Riquezas Naturales del Puerto
En un inicio, el actual puerto de Mazatlán era una colección de esteros, lagunas y cerros, donde se apostaron sus primeros pobladores. Con la construcción de diques y el relleno de algunas marismas el puerto pudo expandirse hacía el nivel del mar, dejando aquellas cimas que le rodeaban para cubrir otras funciones.



Estos montículos siguen perfilando los horizontes del puerto y guardan en sus laderas y cumbres varios pasajes de una historia que no se puede olvidar. Aunque los siguientes no son los únicos que existen en el puerto, sin duda son por si mismos símbolos naturales de lo que alguna vez fueron estas tierras y que los mazatlecos lograron conquistar. En la actualidad es posible subir a la mayoría de estos y algunos cuentan con miradores desde donde es posible contemplar la grandeza del creciente puerto.
Cerro del Crestón
Con sus 157 metros de altura, el cerro y antigua isla del Crestón es la cumbre más prominente del puerto, razón por la que desde 1828 aquí se localiza el faro, mismo que se ha estado remodelando desde entonces. En sus faldas se colocó el muelle de Ortigosa que abrió el uso de la bahía para las embarcaciones que llegaban al puerto, labor que según algunas leyendas ya cumplía desde la época colonial, cuando algunos bucaneros y piratas utilizaban sus cuevas para resguardar su cargamento. Una de esas cavernas, conocida como la Cueva del diablo, ya era visitada por los curiosos desde el siglo XIX, entre los que se encontraba el joven escritor Amado Nervo, que dejó para la posteridad una crónica titulada La gruta del Crestón

Cerro del Vigía
Hasta 1930, cuando la isla del Crestón se une a la península mazatleca, este cerro marcaba los limites naturales de nuestro territorio y el del mar. Su nombre se debe a que fue uno de los sitios que escogieron las milicias pardas para vigilar estas costas de los ataques piratas y otras embarcaciones clandestinas. Desde 1828 comenzó a construirse la aduana en sus faldas, sus bodegas, el astillero y el fortín de la Batería, donde se defendía al puerto de las invasiones marítimas. En 1874 se levanta en su cumbre la Casa del Meteorólogo, conocida como el Observatorio, y para 1910, cuando se crea el Paseo del Centenario que bordea sus costas, se abrió en este lugar el primer bosque de la ciudad, con su propio mirador desde 1943.



Vista de Mazatlán desde el Cerro del Vigia
Cerro de la Nevería
La historia nos marca el inicio del puerto en su cumbre y laderas, cuando Joseph de Garibay describe una trinchera de piedra que habían construido los vigías en su cima como puesto permanente. Durante la primer mitad del siglo XIX, en su pendiente hacía el este, se encontraba la zona más poblada del puerto, tanto que aquí fue donde se construyó su primer templo en 1842. Se dice que este fue el original cerro del Vigía hasta que cambió por su actual nombre cuando el hielo importado de San Francisco comenzó a guardarse en sus entrañas. En 1910 se abre el Paseo Claussen en su cara poniente, ampliando al malecón con la explanada del Clavadista y otros miradores importantes, siendo el mismo cerro uno de ellos.
